Esta experiencia propone reflexionar y entablar un diálogo que promueva la participación de los ciudadanos para la construcción y reconstrucción de la memoria colectiva como ejercicio de los valores democráticos.

Vení a dar tu testimonio

El 20, 21, 22, 26, 27 y 28 de mayo de 10 a 18 hs, podés venir a dar tu testimonio sobre el Cordobazo. Las entrevistas estarán a cargo de un equipo interdisciplinario integrado por profesionales de historia y comunicación, coordinados por la Subdirección de Historia y Memoria Barrial. También la gente del Archivo histórico Municipal estará para recibir donaciones documentales (fotos, documentos, cartas, objetos, etc.). En el caso de las fotografías y documentos escritos se cuentan con los recursos técnicos para su digitalización y devolución. Toda esta información formará parte del acervo documental del Archivos Histórico Municipal.

lunes, 8 de junio de 2009



lunes, 1 de junio de 2009

En la conmemoración del cordobazo, antiguos dirigentes estudiantiles y sindicales, actualmente analistas, periodistas o políticos, harán profundos análisis históricos y sociales, presentarán elaborados documentales, o relatarán interesantes testimonios. Mis recuerdos del cordobazo son simples, mucho más humildes que una conmemoración. Mis vivencias de esos intensos momentos se me presentan como postales. Vivíamos en la zona del Mercado Norte, en un edificio de varios pisos. Nuestro negocio familiar funcionaba en el salón de ventas de la planta baja, y ocupábamos un departamento en el primer piso. Mi padre había sufrido un infarto poco tiempo antes, y debía evitar los esfuerzos físicos y los disgustos. En la primera postal de mis recuerdos del cordobazo, estoy al lado de mi padre, en la semipenumbra del salón comercial. En la calle, un grupo de manifestantes apedrea las vidrieras de nuestro negocio, rompiendo los cristales y celebrando con gran algarabía cada estallido. Alguien, que parece comandar al grupo, incita por un altavoz a romper todo, mientras dispara insultos contra los comerciantes, la oligarquía y los cipayos. Mi padre, apenas pálido, no ha pronunciado palabra mientras ve como destruyen su negocio, y oye como lo insultan personas desconocidas, a él que ha vivido y trabajado treinta años en el mismo lugar. Ha guardado en su bolsillo una pistola de bajo calibre que nunca exhibió antes y que guardaba bajo llave. A sus pies, un cajón con botellas de vidrio llenas de agua de soda. Me mira y con voz calma me dice: “No haremos nada mientras no entren o no prendan fuego. Andate a la terraza. Si sentís que disparo, tirá las botellas a la calle.” Y ante mi mirada interrogante agregó: “Tiradas desde la azotea, cuando exploten en el suelo las botellas serán como granadas.” Recuerdo que subí y me asomé para ver que ocurría en la calle. Al poco rato, cuando ya no quedaba ningún cristal sano, los manifestantes continuaron hacia el centro de la ciudad. Mientras se alejaban, se oían los insultos que arrojaba el altavoz, y nuevos estrépitos de otras vidrieras rotas. En la segunda postal de mis recuerdos, veinte o más soldados, armados con armas largas, han ocupado el departamento en que vivíamos. Es la noche del primer día del cordobazo, no hay energía eléctrica, y a oscuras están requisando nuestra casa. La voz del oficial a cargo del operativo militar, prepotente y apurada, contrasta con la voz tranquila de mi padre que le solicita le dé un recibo escrito y firmado en nombre del Ejército Argentino por su pistolita que le están requisando. Un soldado conscripto, le dice: “Señor, por favor, no tengo ahora cómo pagarle, pero permítame que telefonee a mi mamá que vive en Buenos Aires, para tranquilizarla y decirle que estoy bien.” Mi padre no contesta inmediatamente. Luego le dice: “Que hablen tres o cuatro de ustedes, y los demás pásenles los números de teléfonos de sus familias. Que cada mamá avise a las otras mamás que ustedes están bien.” Y al oficial le dice: “Si usted no tiene otra forma de comunicarse, pídale a sus soldados pongan en alguna lista el teléfono de su familia.” Meses después mi padre murió. Nunca hablamos de ese día del cordobazo, ni de las sensaciones que me quedaron para siempre: la impotencia de ser insultados y agraviados por quienes se ampararon en el número, la injusticia de ser humillados por quienes tenían las armas, pero por sobre todo, el respeto por quien mantuvo la calma en momentos muy difíciles, y además fue solidario con los padres de los conscriptos.
Edurdo Sánchez.
Para mi El Cordobazo significó un antes y un después en mi vida.Hacía apenas seis meses que había comenzado a trabajar en la Municipalidad. Vivía con mi hermano y el gringo Ferrari (de Embalse) en una pensión de la calle Ituzaingo 987 barrio Nueva Córdoba. Todos unos adelantados para la época!!! Mi hermano, el gringo Ferrari y yo hacía apenas seis meses que habíamos comenzado a trabajar, éramos estudiantes universitarios pero sin ninguna inquietud siquiera de actividades gremiales y/o políticas. Ese 29 de Mayo escuchábamos por la radio que se estaban produciendo disturbios por toda la ciudad pero ni idea de la magnitud de esos hechos. Con el gringo Ferrari salimos, todo uniformados, alrededor del mediodía rumbo a Mariano Moreno 340, histórica sede de la "Zorrera", y tomamos el colectivo Nº 58/52 que bajaba por la misma calle Ituzaingó. Hoy me pregunto: el colectivero esta carnereando? Pero apenas llegamos al Bv. Junín (hoy Bv. Illia) el chofer dijo "hasta aquí llegamos" y nos hizo bajar a todos los pasajero. Ahí comenzó nuestra odisea. Por el Bv. Junín, Corrientes, San Jerónimo, AAv. Olmos ¡no se podía pasar!!! el centro de la ciudad totalmente tomado. Y nosotros que queríamos llegar al trabajo, La cuestión es que llegamos al Parque Las Heras y ahí milagrosamente pudimos tomar un taxi que nos llevó hasta cerca de nuestra sede. La ocurrencia de nuestros jefes: enviarnos junto con un grupo de compañeros a cuidar el Palacio Municipal. Alli estuvimos hasta el anochecer lejos de las ventanas mientras en la Cañada y 27 de Abril ardían los rastrojeros de la flota municipal. El retorno a la pensión por medio de barrio Güemes con las barricadas en llamas y la gente en las calles. A partir de ese Día comencé a hacerme un montón de preguntas. Por eso lo del principio pero ya es otra historia.

Andrés V. MAMANI
Jubilado Municipal
Ex Delegado y ex miembrode la Com. Directiva del SUOEM